sábado, 10 de julio de 2010

Irse en pálida

La última vez que me fui en pálida no fue por estar muerta de borracha ni ultra volada, me tomé 4 copas de vino blanco y habré quemado unas cuatro pitiadas, dosis mínima e indigna que de un momento a otro me obligó abandonar el carrete que estaba recién empezando.

Cuando estaba vomitando por la ventana del cuarto piso, con el estómago dado vuelta y el hígado secándose como higo deshidratado pensaba por qué, por qué tan débil, por qué ésa música,por qué este mal estar que me atraviesa con temblores la sangre, por qué tanta gente que he visto por otra parte está toda apiñada en un espacio tan usual en mi vida, por qué de entrada me hace un comentario tan como la mierda un ser que me he topado no más que los dedos que cuento en una mano... de todas formas es ésto o la asfixia, es ésto o me muero y me hago cargo de mi boca y le doy con todo porque quiero que no quede nada más de todo ésto y me deje al fin en paz.

Me da vueltas la idea de que tener deseos de vomitar es un acto instantáneo al sentir agresión a la psique. Una mirada, un comentario, un flashback decantan en una reacción inmediata de querer sacar lo podrido que se te ha incrustado en el cuerpo tan firme como se aferra una garrapata. Entonces las manos parecen esponjas de lavar, tan húmedas y escurridizas, y si no es vómito es la caca, si no es caca es sangre de nariz y si no es eso es querer irse a negro y dormir para que todo acabe luego de una maldita vez.

Se pasa cuando queda todo tan claro como clara es la cagada que acaba de pasar, cuando el alma de las cosas fantasmales toman un cuerpo, nombre y voz y se pone frente a uno que está todo humillado y se impone con tanta fuerza que hasta le alcanza compasión para dejarnos el suspiro que te devuelve a la vida y cuando eso ocurre es la situación misma la que te hace un cariño y te besa como una madre protectora que te hace sentir vergüenza por haber parido una cría tan ensimismada que se estella contra el muro, por haber ido a tanta prisa.

Luego, tan sólo queda tener valor y caminar con la frente bien alta porque a todos nos pasa, mejor reírse, mejor hacerse cargo de tremenda experiencia, mejor dormir y descansar el día entero, mejor tomar agua y oxigenarse, mejor guardárselo como anécdota, es mejor sentirse mucho mejor porque las pálidas ( y literalmente) son todo un acto de liberación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dale... Dolores no llores, dale Dolores no llores... nooooo TODO PASA y lo que es mejor TODOS PASAN... te quiero...