lunes, 30 de mayo de 2011

Sayayay






Saydok
es un pokemón, un pato o un ornitorrinco, no sé bien, pero ese es su aspecto.
Tiene poderes psiquicos, y cuando se va mucho en la volá de usar su super poder le agarra una
jaqueca horrible.
Es gracioso verlo en su dolor, se mueve de un lado a otro sin sentido, ambas manos agarrando su cabeza y gritando descontroladamente sayayay sayayaydok.

Tuve una compañera en la enseñanza media que sufría de jaquecas, mi compañera era la típica gorda simpaticona, rubia, lozana y mamona. Le apodamos Saydock, todo en ella calzaba perfecto en ese perfil pokemonístico y cada vez que le venía su grande mal para nosotros venía el grande show de burlas.

La crueldad se pegotea al cuerpo junto con la enorme sed de mal cuando uno es púber, no culpo, es inherente al ser.

El viernes pasado me agarró por vez primera una jaqueca, me tiró al sillón, a la cama, a tres sillas, a llorar, a la queja, a subir y bajar la escalera como buscando entremedio de cada peldaño la cura de mi procesión. Lo que es peor, al reducirme al susto me tiró a las 5 de la madrugada a una urgencia médica.

Al volver derrotada a la cama pensé en ese pato, en mis burlas teenager estúpidas, en lo terrible que debe de ser jaquecosa en lo cotidiano de la vida y que, por suerte, si me vuelve a ocurrir algo así al menos yo podré estirar la mano al velador y tomar un par de paracetamol, porque sé que todo terminará ahí.

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