miércoles, 12 de agosto de 2009

(((El armario de la vieja casa)))

De flash back se me vino a la cabeza la imagen del ropero de la antigua casa donde viví, la casa de mis abuelos; Igual no se me vino de la nada, vino porque hace un par de noches estaba hablando con la moisma muchacha vecina, de un libro que se llama el loco, que mi hermana mayor lo dejó arrumbado en lo más alto del armario, que me daba curiosidad junto con todo el mundo de polvos arrumbado allá lejos de mis manos de niña.

El ropero era bakan, de madera gruesa y fuerte, café intenso.

Me metía ahí a dormir por horas, nunca nadie se dio cuenta de mis siestas porque parecía que estaban todos ocupados de sus asuntos que yo no existía, podía perderme bajo la cama y tampoco nadie lo notaba, así como pasaba horas en el patio tendida bajo el níspero en un sillón tomando zol, despertando aveces, soñando mucho. Nunca nadie me dijo nada, nunca alguien me buscó si yo desaparecía, largo letargo el de mi niñez.

Así agarraba yo el loco, lo leía en cada rincón extraño y miraba sus dibujos abstractos. Me gustaba no sé por qué, y siempre lo dejaba donde mismo lo sacaba, tenía precaución en eso y ahora lo encuentro tan absurdo.

En esas idas a buscar el libro me encontré con escenas torcidas dentro de ese ropero, cuerpos desnudos moviendose dentro, besos homosexuales entre familiares, pajas a escondidas de los mismos ebrios, llantos desesperantes, llantos frustrados, llantos extremos, llantos reprimidos, uf, cuántos llantos escuché desde ahí adentro, cuántas risas también, risas complices, risas malulas, risas entre dientes.
Al parecer todos teníamos cierta fascinación por estar dentro de ese lugar, era grande en verdad, todo un mundo, otra dimensión, otro estado.

He pensado en todo esto hoy, y los recuerdos vienen en efecto dominó, uno me lleva a otro y el otro se me expande en el cerebro formando mapas. Tengo que poner la cabeza sobre la almohada, aveces es difícil sostenerse en pie cuando tanto bombardeo de imágenes se te incrusta en el cráneo.

Ropero lleno de vida y muerte, si me lo encontrara le pintaria una gran boca y posaría mi oído sobre el dibujo, hay tantos porqués que me gustaría poder preguntarle.

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