lunes, 21 de mayo de 2012

Silencio que el ruido va hablar

Desde hace un tiempo decidí dejar de tomarles importancia para poder erradicarlos por un tiempo de mis tormentos, que  hasta hoy, escondí y amontoné bajo  la cama, junto a todo el desorden que acumulo por días.

Me es inevitable sacar a bailar a Ruíz y a sus espectros, los que emergen así sin más para contarte una historia de cantina, o de barco, o de campo. O de ciudad... o de arriba de los techos, o de por debajo del suelo.
 Lo saco a bailar y devengo narradora.

Hace algún tiempo me hacían despertar del sueño, gritaba en el sueño y el grito en mí a volver a bombear.
Me angustiaba (por) dentro, quería auto- despertarme, por eso el grito. Al lograrlo me  angustiaba de vuelta
devuelta
de la vuelta
y me amargaba estar despierta y pretender caer al pozo rocalloso otra vez.

En el silencio indestructible de la noche me encontraba con  varios de ellos queriéndome "hablar", moviéndose de un lado a otro, ocupando todos los espacios de la habitación y yo me hacía la muda o la dormida ,fingiendo no "verlos" para no "conversar" con ninguno.
En ese espacio del tiempo es mejor no fiarse, son todos tramposos, pretenden tu tiempo porque para ellos es otro espacio y a diferencia de uno, ellos lo disfrutan mucho más.
Aprendí a quitarme el miedo, aprendí que  éste es un poderoso imán que guarda calor y que los hace venir como polillas aturdidas por la luz. Como ahorita mismo, en que ya se me heló la espalda y debo dejar de escribir - les. Deberé de  hacer otra cosa ahora.

Una de esas noches en que dormía, no pude seguir engañando a la vejiga y tuve que ir deprisa al baño en completa oscuridad. Al volver al dormitorio me quedé estacionada en la puerta ,cuando por fin abrí los ojos me di cuenta que  el foco del poste entraba por la ventana  e iluminaba lado de la cama, me gustaría poder escribir " y ¡sorpresa!", pero no lo fue. Cuando miré la cama me vi a mi misma durmiendo ahí, y en ese mismo momento en que me vi, la mitad de mi cuerpo se levantó de la cama y creo que recién desperté.
Nunca supe si en verdad fui al baño.


Tengo que contarle que por ese tiempo la gata se enfermó, un síntoma de la casa proyectado en el animal.
Tengo que contarle que por estos días mi hijo se enfermó, otro síntoma del entorno que nos obliga a encerrarnos en la pieza y qué, después de varios días sin salir, hoy al bajar a saludar a las visitas, él ha llorado como nunca antes lo escuché ni lo sentí  con tanto temor.   Sé que ha visto lo mismo que  por estos días yo estaba tratando de seguir ocultando en la hipocrecía de mi indiferencia.

Todo me hace ruido, hacen mucho ruido.

¿vio Raúlito?
Yo no creo en fantasmas. Son ellos lo que creen en mí.
¿Tendrá tiempo para seguir bailando?



1 comentario:

Unknown dijo...

Tengo que decir que si hay algo que siempre me gusto de ti es como escribes! :D
buenos textos!