viernes, 27 de enero de 2012

Non fear

Antes dije que no le temía a la muerte, lo sostengo.

Antes dije que no le tenia miedo a nada, lo sostengo, pero confieso que casi no pude cuando pensé que me ponía vieja. Por esos días entré en un absurdo pánico, que por suerte, no terminó en rolar el útero para fumármelo. Un día dije que antes de llenarme de arrugas prefería darme muerte y ahora es algo que no podría sostener.

En verdad, quiero llegar a vieja, que cada vez que me ría se pronuncien las líneas de la felicidad que iluminan mi cara con fuerza, que cada vez que llore, mi lluvia cobre una mayor intensidad para que dure menos, porque cada vez tengo menos cosas por qué llorar. Que cada vez que frunza el ceño la expresión sea lo suficientemente fuerte para no tener que abrir la boca y disparar las palabras cargadas de radioactividad.
Que cada vez que pinte historias tomen matices de cuento, vida, ritmo.

La verdad es que las personas como yo nunca mueren y tampoco envejecen, porque ya traemos vida antigua, porque nacemos con la línea de la vida sin término apenas nacemos, así como Gaspar, que también la trae.

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