martes, 8 de septiembre de 2009

((( Dos )))

Las piernas se le fueron solas hasta el metro Santa Lucía, le había pasado de todo lo azaroso siempre en ése metro, lentamente bajó las escaleras contando peldaño por peldaño mientras dejaba al aire los zapatos para verselos a través del gran espejo, aun esperando que el algo que había ido a buscar por fin le llenara el corazón de sangre y le demorara el oxigeno a la cabeza.

Mucha gente, ya son las 6 y cuarto. Se fue a la mitad del pasillo a esperar, los vagones venían llenos; se fue uno, quisá al tercero recién logre subir.

Hay una mina que a toda costa quiere meterse entre la gente, está apurada, llama y la llaman al celular cada 15 segundos, " es que no puedo entrar"- " pucha, a ver, en este me voy" - y la gente apiñada la devuelve al pasillo.
La loca es linda, sus pestañas curvas le dan un toque tan coqueto a sus ojos risueños, su voz es fuerte y amigable, se le sale una carcajada, se da por vencida y la mira, se miran, se ríen.

En este nos vamos le dice la mina linda y la agarra del brazo y se meten al vagón. Se vuelven a mirar, se vuelven a sonreír. Están muy juntas, la respiración se agita de los dos lados,se miran en el reflejo, se tocan, es entonces cuando cree que esa estación es un puente cargado, que le da con ella, que no está tan loca y en el eso siente que huelen su cabello, mira al frente el reflejo y sí,le está oliendo el cabello y le ondula las puntas con el dedo índice.

Nadie más sabe lo que pasa ahí más que ellas, no hay ojo que juzgue una posibilidad de cualquier cosa, es una complicidad que se extiende las siguientes dos estaciones y qué mierda que el tiempo no se detenga, lo agradable dura tan poco.

Y así, se baja en Baquedano no queriendo, mirando hacia atrás al salir y recibiendo unos ojos saltones que quieren decir tantas cosas, el interminable piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii y el cierre de las puertas otorgan, el tiempo sin reacción otorga, las piernas temblorosas otorgan.

luego, un suspiro. Uno real.

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